Fomento de la resiliencia y reducción del trauma infantil
- La ciencia nos dice que el 80 por ciento del cerebro de un niño se desarrolla a la edad de 3 años. El desarrollo prenatal y en la primera infancia tiene un efecto duradero en el cerebro y la capacidad de un niño para aprender, funcionar y crecer.
- El estrés y el trauma pueden debilitar y dañar el cerebro de un niño. El estrés tóxico en un bebé en realidad impide que las células cerebrales crezcan y formen conexiones.
- Cuando un bebé o un niño pequeño experimenta adversidades o traumas prolongados, frecuentes o prolongados, sin una respuesta adulta adecuada y cariñosa, puede provocar problemas de aprendizaje, problemas de comportamiento y enfermedades físicas y mentales más adelante en la vida.
- El estrés tóxico en la infancia y la niñez puede ser causado por abuso físico o emocional, negligencia crónica, exposición a la violencia o interacción con un padre que está estresado. El estrés conduce a sentimientos y comportamientos de enojo, ansiedad o depresión con los demás. Los padres estresados a menudo tienen más dificultades con los niños y pueden irritarse más o sentirse abrumados por la paternidad.
- Investigaciones recientes muestran que el trauma de la primera infancia puede desempeñar un papel importante en el futuro. Puede tener un impacto profundo en el bienestar futuro de las familias.
- Los padres que experimentaron traumas en la primera infancia son especialmente vulnerables al estrés. Desarrollar la resiliencia para ellos y sus hijos es de vital importancia.
- Las relaciones de apoyo, los modelos a seguir, la conexión con otros en una comunidad y el acceso a los recursos pueden ayudar a desarrollar la resiliencia.